Noche de agosto (crónica)

Cuando nos acordemos de este año, y más precisamente de este invierno, recordaremos el conjunto de días helados que debimos soportar. Hace un par de años, se produjo la excepción, el milagro de la nieve en Buenos Aires(quizá también, menos por milagro o azar, que por el daño continuo que salvajemente le inflijimos a este módico planeta; como ahora ocurren las temperaturas altísimas en Rusia). Este año, entonces, ante las temperaturas tan bajas, se volvió a augurar la nieve. Pero la nieve no vino. En una de esas noches, transcurrió el último Alejandría.
Arrancó leyendo Gabriela Cabezón Cámara. Leyó un fragmento oscuro y muy bueno de su novela "La vírgen cabeza". Claudio Archubi leyó un cuento, La mujer neutra, de su libro La forma del agua; libro que pertenece además a la colección "Sólo cuento" de la Edulp. Después vino Camila Fabbri, una chica de 20 años apenas, que leyó un relato singular, cargado de algo kafkiano, pero en Tacuarembó. Un relato alrededor y con el título de su personaje: René Poncio Pilatos. Clara Anich, por Alejandría, leyó "Mi taxiboy", un cuento sutil, con un tono de humor cerrado, discreto, mucho de David Lodge y de la mejor Heker, y que fue además una ocasión, metafórica, pero ocasión al fin, para celebrar la reciente ley de matrimonio civil igualitaria.
Por último cerró la noche Sergio Olguín leyendo un fragmento de su última novela "Oscura monótona sangre". Una novela que describe un trayecto urbano y circular, de la miseria a la miseria.
La literatura hizo que, probablemente, y al menos en algunos tramos de la noche, todos pudiéramos olvidarnos un poco del frío compacto afuera.

Comentarios