Es necesario ser inconcluso (parte IV)

Ayer se presentó el cuarto número de Casquivana. Los muchachos plantean una pregunta que te lo deja latiendo: Las confesiones, ¿valen lo que cuestan? 
Los muchachos, porque son así de modernos (además de inteligentes y moustros) ponen la revista online para que la descargues, la veas en tu notebook tranca, mientras te tomás un té chino de canel y rooibos, para que se la pases a tus amigos (che, mirá, les vas a decir, hay una nota que está copante, chango, te paso el link).
Y además, los chicos, además de modernos, son fetichistas. Y saben que hay un montón como ellos, por eso la ponen a 40 pé, para que la pongas en el revistero de tu peluquería, en el de tu casa, si sos odontólogo, en la sala de espera.  Y hay unas ilustraciones que son preciosas, y vos, que tenés un amigo que dibuja, le decís, che, el papel es gordito y lustroso, y hace que sean más lindas todavía, porque no te comprás un ejemplar para tu mesita de luz. 
Vos entrá, lee y comentá. Y si ves que tus impulsos coleccionistas te pueden, les mandas un mail y listo. Y a otra cosa, mariposa.

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