“Los galgos”,
de Agustín Maya
Por Marisa do
Brito Barrote
“Los galgos”
es un cuento de apostadores, narra las desventuras de un jugador que busca
salvar el pellejo apostando a su perro. Relato de deudas incumplidas, triunfos
fugaces, trampas y pérdidas se desarrolla en un lugar inhóspito y frío del que
todos quisieran escapar. La carrera, entonces, se convierte en ticket de
salida, en bisagra, punto medio donde se articula la historia. Contribuyen a su
clima los recursos sonoros incluidos en el texto, que suman pasión y algarabía
a la corrida.
“Los galgos” nos trae a la memoria otras imágenes y
lecturas. Tangos burreros, cuentos de apostadores que ganan para perder,
perdedores empedernidos… Aunque tal vez las más certeras estén en los nombres.
El Miseria, galgo flacucho del protagonista, nos reenvía al relato de Don Segundo Sombra en el que el viejo
Miseria pacta con el diablo. Aquí no hay diablo, pero sí está el Brujo, un
joven en cuerpo de viejo encargado de entrenar y largar al perro en el
canódromo. Desde su aparición, intuimos que algo puede pasar, que hay dos
fuerzas entreveradas y en tensión, y que, como siempre en estas cuitas, saldrá
airosa la más diabla.
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