Me gustaría recomendar (¡tantos!) “Esa mujer” de Rodolfo Walsh,
fundamentalmente por su concisión, por su economía de recursos para producir un
texto potente como pocos. Walsh trabaja el recurso de la alusión, las
posibilidades expresivas de lo no dicho.
Además, es una exploración constante de los límites del género: por
momentos parece un documental, por momentos una puesta en escena, por momentos
un cuento policial, por momentos, una investigación periodística. Incluso, es una muestra clara de un magnífico trabajo del ritmo
narrativo, con una puntuación musical de la tensión (así funciona, creo, el
vaso de whisky del coronel), con crescendos y descensos que preparan el final,
que sorprende, sí, pero mantiene la estricta lógica del relato.
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