Elegir
un solo cuento es resignar, por ejemplo, “La noche boca arriba”, de Cortázar;
“La madre de Ernesto”, de Castillo; “La pata del mono”, de Jacobs y tantos más.
Pero, puesto a recomendar, sugiero “Hombre del sur” de Roald Dahl. Por la
tensión creciente, la arquitectura precisa y porque es uno de esos cuentos que,
al cabo de los años, uno puede rememorar con absoluta precisión y sentir el
golpe a la mandíbula que nos manda a la lona una vez más.
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